La célebre tragedia griega los dos hermanos de AntígonaEn la célebre tragedia griega, los dos hermanos de Antígona estaban llamados a ser reyes, pero los celos y la ceguera del poder los lleva a ambos, el mismo día, a una muerte temprana y dramática. Ninguno de ellos dejaría descendencia. Su tío, el rey Creonte, ordena enterrar a uno de ellos y dejar sin los honores de los sagrados ritos funerarios al segundo. Pero Antígona desobedece al rey. No puede permitir ese último acto de injusticia frente a la ya tan injusta muerte. Su corazón grita en el llanto. Ella debe intervenir. Necesita ser la voz de los silenciados. De los que ya no tienen cómo defenderse. Ella decide enterrar de todas formas a su hermano, aunque le cueste más tarde la vida. La voz de Antígona se transforma para los siglos en símbolo de rebeldía ante el aparato del Estado, cuando ese Estado es inmoral, injusto y carente de ética. El grito de Antígona es el que enrostra a la vez a los silenciosos, su complicidad. Es el grito de valentía que surge, cuando todo llama al silencio.El texto bíblico de esta semana nos trae una historia similar ocurrida unos 800 años antes a la historia de Antígona. Dos hermanos pierden la vida en un confuso episodio de manera dramática, temprana e injusta. Son los hijos del Sumo Sacerdote Aarón. Los celos y las ansias de poder juegan el mismo papel de cómplices en el crimen. Ninguno de ellos tampoco dejará descendencia. Ante la tragedia, Moisés, que también es el tío de los jóvenes, ordena no realizar los ritos de duelo tradicionales. La imagen en ese momento se centra en Aarón, el padre de los muchachos. El cielo le había arrancado a sus hijos. La ley terrenal le daba vuelta la cara del consuelo. Pero en este caso, ante el drama de la injusticia, Aarón calla: “Vaidom Aarón” – “Y calló Aarón” (Levítico 10:3). El silencio de ese padre enmudece la escena entera. Es el silencio que le gana al dolor ante el rostro de lo incomprensible.Los comentaristas clásicos explicaron el silencio de Aarón de diversas maneras a través de los siglos. Ibn Ezra, el gran exégeta español en el siglo XI, pensaba que Aarón había comprendido que ésa era la voluntad divina. Que los cielos manifiestan lo sagrado a través de los que le son cercanos, incluso desde el dolor. Para Ibn Ezra, las cosas suceden porque así deben ser. Es el silencio que trae la aceptación ante el misterio.Seforno, el comentarista italiano del Siglo XV, sugiere que Aarón había encontrado el consuelo al comprender que la muerte de sus hijos representaba la santificación del nombre de Dios. Aquí, el silencio es el que trae el auto-consuelo. Esas respuestas que supuestamente alivian ante las preguntas que, en realidad, no tienen ninguna respuesta.AntígonaUna tras otra, las explicaciones acerca del silencio son la aceptación, la ausencia de explicaciones, el conformismo, el consuelo interno y la necesidad de continuar. Sin embargo, el Ramba’n, el gran místico español del Siglo XII, no tolera el silencio complaciente de Aarón. Es él mismo el que no se permite permanecer callado. El maestro dice: “La razón por la que Aarón se quedó en silencio fue por todo lo que lloró y gritó en voz alta, hasta que quedó en silencio”.Desde esta mirada, Aarón calla sólo después de haberlo dicho todo. Sólo después de derramar sus lágrimas, de reclamar justicia y expresar a viva voz sus broncas. Aarón se transforma así, en el inspirador de Antígona. El de la heroína griega y el de todos aquellos que no permanecen inmóviles ante lo injusto. Los que no callan ante la autoridad ciega.Los que gritan ante el poder desmedido, el absolutismo de la palabra o la hegemonía de la verdad. Los que no callan ante la prepotencia de las tiranías, la superioridad coyuntural de un cargo o la inmoralidad de cualquier gobierno.Aarón se recluye en su propia y necesaria elaboración del dolor en silencio, pero sólo después de reclamarle al mismo Dios lo que le había arrancado. Seguramente Aarón habrá gritado entre lágrimas: “¿Cuál es tu justicia? ¿Qué de bueno puede tener lo que me sucede? ¿Por qué después de haber ofrendado tanto? ¿Por qué… por qué? Voy a gritar, voy a exigir que me des alguna respuesta. Nunca nada será igual. Ni yo. Ni Vos. Sólo después, me voy a alejar para pensar en cómo regresar. Cómo responder tantas nuevas preguntas. Cómo comenzar otra vez. Cómo ser en el grito, la respuesta”.Amigos queridos. Amigos todos.En esta semana de Memoria, recordamos el dolor y el horror que trajo el drama de los años 70′ en la Argentina. El terrorismo y el terrorismo de Estado le arrancó la vida a miles de hermanos argentinos. Tantos de ellos sin haber recibido tampoco, siquiera un entierro.A casi 50 años del golpe de Estado, no permanecemos en silencio. Que la voz que levantamos con orgullo para evocar aquél horror, nos entregue la valentía de no callar ante las injusticias de este tiempo. Porque sólo después de denunciar lo inmoral, de condenar la soberbia del poder y de luchar por crear una sociedad basada en valores, podremos en el silencio respetuoso que merecen los nuestros, recordar y honrar en paz todos nuestros ayeres.SEGUIR LEYENDO:La DAIA revisó su rol durante la dictadura militar y homenajeó a los judíos desaparecidosHistoria y secretos de los golpes de Estado en ArgentinaEducación cívica y formación ciudadana: qué son los golpes de Estado