* El último líder soviético fue idolatrado en Occidente e
impopular en su país* Gorbachov tuvo un papel histórico en la caída de la
Cortina de
Hierro* El impulso de la reforma se descontroló y condujo al
quiebre
soviéticoLONDRES, 30 ago (Reuters) – Vitoreado en Occidente como el
hombre que ayudó a derribar el Muro de Berlín y poner fin a la
Guerra Fría sin derramamiento de sangre, Mijaíl Gorbachov era
muy despreciado en su país en el que se le consideraba el
sepulturero de la Unión Soviética comunista.El expresidente soviético, que falleció el martes a los 91
años, se propuso revitalizar el esclerótico sistema comunista
mediante reformas democráticas y económicas, pero su intención
nunca fue abolirlo.Sin embargo, desencadenó fuerzas que escaparon a su control
y se encontró ocupando un espacio cada vez más reducido en medio
de los incondicionales del poder centralizado y los separatistas
decididos a desmantelarlo.En agosto de 1991, sobrevivió a un golpe de Estado de los
partidarios de la línea dura que se desmoronó en tres días, pero
su autoridad se vio fatalmente socavada. Cuatro meses más tarde,
su gran rival, el presidente ruso Boris Yeltsin, organizó la
desintegración de la Unión Soviética y Gorbachov se quedó sin
trabajo.”En este sentido, creo que Gorbachov es una figura trágica,
similar en muchos aspectos al Rey Lear de Shakespeare”, dijo
Valery Solovei, cercano al círculo íntimo de Gorbachov en la
década de 1980 y aliado tras su caída. “Se trata de un hombre
que gobernó una superpotencia, pero al final de su reinado, el
Estado había desaparecido”.Tras décadas de tensión y enfrentamientos durante la Guerra
Fría, Gorbachov llegó a acuerdos sobre armas nucleares con
Estados Unidos y acercó la Unión Soviética a Occidente como
nunca desde antes de la Segunda Guerra Mundial.No obstante, vio cómo ese legado se destruía en los últimos
meses de su larga vida, cuando la invasión de Ucrania por parte
del presidente Vladimir Putin hizo que las sanciones
occidentales cayeran sobre Moscú, y los políticos, tanto de
Rusia como de Occidente, comenzaron a hablar abiertamente de una
nueva Guerra Fría y del riesgo de una Tercera Guerra Mundial.Ruptura con el pasadoEl extrabajador agrícola, que hablaba con un acento ruso
meridional y tenía una distintiva marca de nacimiento burdeos en
la cabeza, presentó su audaz programa poco después de ganar una
lucha por el poder en el Kremlin en 1985, a los 54 años.Las emisiones de televisión le mostraron asediado por
trabajadores en fábricas y granjas, a los que permitía desahogar
sus frustraciones con la vida soviética y abogar por un cambio
radical.Gorbachov supuso una ruptura dramática con los ancianos a
los que sucedió: remotos, intolerantes con la disidencia, con el
pecho lleno de medallas y dogmáticos hasta la tumba. Tres
líderes soviéticos enfermos habían muerto en los dos años y
medio anteriores.Gorbachov heredó una tierra de granjas ineficientes y
fábricas en decadencia, una economía dirigida por el Estado que
él creía que sólo podría salvarse mediante la crítica abierta y
honesta, que tan a menudo había llevado en el pasado a la cárcel
o al campo de trabajo. Era una apuesta. Muchos esperaban que le
fuera mal.Con su inteligente y elegante esposa Raisa a su lado,
Gorbachov disfrutó al principio de un apoyo popular masivo.”Mi política era abierta y sincera, una política destinada a
usar la democracia y no a derramar sangre”, dijo a Reuters en
2009. “Pero esto me costó muy caro, se lo aseguro”Sus políticas de “glasnost” (libertad de expresión) y
“perestroika” (reestructuración) desataron un debate público sin
precedentes en la historia de Rusia.Las plazas de Moscú bullían de discusiones improvisadas, la
censura prácticamente se evaporó, e incluso el sagrado Partido
Comunista se vio obligado a enfrentarse a sus crímenes
estalinistas.El desastre de chernóbilLa glasnost se enfrentó a una dramática prueba en abril de
1986, cuando una central nuclear explotó en Chernóbil, Ucrania.
Las autoridades intentaron al principio silenciar el desastre,
pero Gorbachov siguió adelante, describiendo la tragedia como un
síntoma de un sistema podrido y hermético.En diciembre de ese año ordenó instalar un teléfono en el
piso del disidente Andrei Sájarov, exiliado en la ciudad de
Gorki, y al día siguiente le llamó por teléfono para invitarle
personalmente a volver a Moscú. El ritmo del cambio fue, para
muchos, vertiginoso.Occidente no tardó en apreciar a Gorbachov, que había tenido
un ascenso meteórico en las filas regionales del partido hasta
llegar al puesto de secretario general. Era, en palabras de la
primera ministra británica Margaret Thatcher, “un hombre con el
que podemos hacer negocios”. El término “Gorbimanía” entró en el
léxico, una expresión de la adulación que inspiraba en los
viajes al extranjero.Gorbachov entabló una cálida relación personal con Ronald
Reagan, el presidente derechista estadounidense que había
calificado a la Unión Soviética como “el imperio del mal”. Con
él negoció un acuerdo histórico en 1987 para desechar los
misiles nucleares de alcance intermedio.En 1989, retiró las tropas soviéticas de Afganistán,
poniendo fin a una guerra que había matado a decenas de miles de
personas y agriado las relaciones con Washington.Ese mismo año, cuando las protestas a favor de la democracia
se extendieron por los estados comunistas de Polonia, Hungría,
Alemania Oriental, Checoslovaquia, Bulgaria y Rumanía, el mundo
contuvo la respiración.Con cientos de miles de tropas soviéticas estacionadas en
toda Europa del Este, ¿volvería Moscú sus tanques contra los
manifestantes, como había hecho en Hungría en 1956 y en
Checoslovaquia en 1968?Muchos presionaron a Gorbachov para que usara la fuerza. El
hecho de que no lo haya hecho puede haber sido su mayor
contribución histórica, reconocida en 1990 con la concesión del
Premio Nobel de la Paz.Años más tarde, Gorbachov dijo que el costo de intentar
evitar la caída del Muro de Berlín habría sido demasiado alto.”Si la Unión Soviética hubiera querido, no habría habido
nada de eso y no habría habido unificación alemana. ¿Pero qué
habría pasado? Una catástrofe o la Tercera Guerra Mundial”.Golpe de estado en agostoSin embargo, los problemas crecieron en casa.Los años de la glasnost vieron un aumento de la tensión
regional, a menudo enraizadas en las represiones y deportaciones
étnicas de la época de Stalin. Los países bálticos se lanzaron a
la independencia y también hubo problemas en Georgia y entre
Armenia y Azerbaiyán.El ministro de Asuntos Exteriores, Eduard Shevardnadze, uno
de los principales aliados de los reformistas, dimitió de forma
dramática en diciembre de 1990, advirtiendo que los partidarios
de la línea dura estaban en ascenso y que “se acercaba una
dictadura”.Al mes siguiente, las tropas soviéticas mataron a 14
personas en la principal torre de televisión de Lituania, en un
ataque que Gorbachov negó haber ordenado. En Letonia, cinco
manifestantes fueron asesinados por fuerzas especiales
soviéticas.En marzo de 1991, un referéndum arrojó una abrumadora
mayoría a favor de preservar la Unión Soviética como una
renovada “federación de repúblicas soberanas iguales”, pero seis
de las 15 repúblicas boicotearon la votación.En el verano, los partidarios de la línea dura atacaron,
oliendo la debilidad de un hombre ahora abandonado por muchos
aliados liberales. Seis años después de entrar en el Kremlin,
Gorbachov y Raisa fueron encarcelados en su casa de vacaciones
de Crimea, en el mar Negro, con las líneas telefónicas cortadas
y un barco de guerra anclado en la costa.El “golpe de agosto” fue organizado por un llamado Comité de
Emergencia que incluía al jefe del KGB, al primer ministro, al
ministro de Defensa y al vicepresidente. Temían un colapso total
del sistema comunista y trataban de impedir que el poder se
desviara del centro hacia las repúblicas, de las cuales la más
grande y poderosa era la Rusia de Yeltsin.Los golpistas acabaron fracasando, al suponer erróneamente
que podían confiar en que el partido, el Ejército y la
burocracia obedecerían las órdenes como en el pasado. Sin
embargo, no fue una victoria rotunda de Gorbachov.El momento de yeltsinEn cambio, fue el corpulento y canoso Yeltsin, quien
aprovechó el momento, subiéndose a un tanque en el centro de
Moscú para reunir a miles de personas contra el golpe. Cuando
Gorbachov regresó de Crimea, Yeltsin le humilló en el Parlamento
ruso, firmando un decreto que prohibía el Partido Comunista Ruso
a pesar de las protestas de Gorbachov.En años posteriores, Gorbachov se preguntaba si podría haber
evitado los acontecimientos que finalmente desencadenaron el
colapso de la Unión Soviética, descrito por Putin como la mayor
catástrofe geopolítica del siglo XX.¿Había sido imprudente al abandonar Moscú aquel caluroso
agosto, mientras se agitaban los rumores de golpe de Estado?
“Pensé que serían unos idiotas si se arriesgaban precisamente en
ese momento, porque les arrastraría a ellos también”, declaró a
la revista alemana Der Spiegel en el 20º aniversario del golpe.”Me había agotado después de todos esos años (…). Pero no
debí haberme ido. Fue un error”.La venganza personal puede haberse mezclado con la política
cuando a finales de 1991, en una aislada casa de campo, Yeltsin
y los líderes de las repúblicas de Ucrania y Bielorrusia
firmaron los acuerdos que abolían la Unión Soviética y la
sustituían por una Comunidad de Estados Independientes.El 25 de diciembre de 1991, la bandera roja fue arriada por
última vez en el Kremlin y Gorbachov apareció en la televisión
nacional para anunciar su dimisión.Elecciones libres, prensa libre, asambleas legislativas
representativas y un sistema multipartidista se hicieron
realidad bajo su mandato, dijo.”Nos abrimos al mundo, renunciamos a la injerencia en los
asuntos de otros países y al uso de tropas más allá de nuestras
fronteras, y fuimos recibidos con confianza, solidaridad y
respeto”.Pero la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, el
primer Estado comunista y una superpotencia nuclear que había
enviado al primer hombre al espacio y proyectado su influencia
por todo el mundo, ya no existía.Hijo del estalinismoNacido en medio de la hambruna, el 2 de marzo de 1931, en
una cabaña de la aldea de Privolnoye, en la región meridional de
Stavropol, Gorbachov fue, como millones de rusos, bautizado en
la fe ortodoxa rusa a pesar del ateísmo oficial de la época
soviética.Las detenciones de miembros de su familia en las purgas de
Josef Stalin de la década de 1930 hicieron que Gorbachov se
sintiera siempre receloso del abuso de poder. Sin embargo, se
adhirió al partido y trabajó duro para conseguir una codiciada
plaza en la Universidad Estatal de Moscú.Se convirtió en miembro del Comité Central a los 40 años y
en miembro de pleno derecho del Politburó en 1979, gracias al
patrocinio del purista ideológico Yuri Andropov, jefe de la
policía secreta KGB.Andropov asumió el poder en 1982 tras la muerte de Leonid
Brézhnev, que durante 18 años había conducido a Moscú a un suave
declive que los reformistas calificaron como la “era del
estancamiento”.A su muerte, 15 meses después, Gorbachov fue pasado por alto
y asumió Konstantin Chernenko, un viejo aliado de Brézhnev. Sólo
cuando Chernenko murió tras apenas un año en el cargo, las
ambiciones reformistas del más joven se impusieron.El hecho de que los logros de Gorbachov no fueran apreciados
en su país no debería sorprender. Rusia puede tratar con dureza
a los reformistas.Los partidarios de la línea dura le acusaron de destruir la
economía planificada y de tirar por la borda siete décadas de
logros comunistas. Para los críticos liberales, hablaba
demasiado, transigía demasiado y se negaba a realizar reformas
decisivas.A medida que el control de Moscú disminuía, estallaron
tensiones étnicas que acabarían convirtiéndose en guerras a gran
escala en lugares como Chechenia, Georgia y Moldavia tras el
colapso de la Unión Soviética.Tres décadas después, algunos de esos conflictos siguen sin
resolverse.Después de la caídaCon su premio Nobel en la mano y su reputación de estrella
en el extranjero, Gorbachov encaminó gradualmente una segunda
carrera. Hizo varios intentos de fundar un partido
socialdemócrata, abrió un centro de estudios -la Fundación
Gorbachov- y cofundó el periódico Novaya Gazeta, crítico con el
Kremlin hasta la fecha.En 1996, puso a prueba su popularidad presentándose a las
elecciones presidenciales. Pero Yeltsin ganó con contundencia, y
Gorbachov obtuvo un triste 0,5% de los votos.Cada vez más frágil en sus últimos años, Gorbachov habló
para expresar su preocupación por la creciente tensión entre
Rusia y Estados Unidos, y advirtió contra el regreso de la
Guerra Fría que él había ayudado a terminar.”Tenemos que continuar el curso que hemos trazado. Tenemos
que prohibir la guerra de una vez por todas. Lo más importante
es deshacerse de las armas nucleares”, dijo en 2018.Su tragedia fue que al tratar de rediseñar una estructura
osificada y monolítica, para preservar la Unión Soviética y
salvar el sistema comunista, terminó presidiendo la desaparición
de ambos.El mundo, sin embargo, nunca volvería a ser el mismo.
(Por Ralph Boulton y Mark Trevelyan
Editado en español por Javier López de Lérida)ReutersSeguí leyendoSe supo. Qué significa el emoji del corazón con un punto abajoAumento de transporte. Qué días y horarios pueden viajar gratis los jubilados y pensionadosPolémica. Fue a comer a un restaurante con su hija, pero la echaron por la ropa que llevaba puestaConforme a los criterios deConocé The Trust ProjectTemasservicio-de-noticias