La propaganda es un arma más en la guerra, en todas las guerras. Y la de Ucrania no es una excepción. El Gobierno de Kiev aprovecha la reunión anual del Foro Económico Mundial (WEF, en sus siglas en inglés) para sumar adeptos a la causa, remover conciencias y, sin duda, bolsillos, la especialidad del Foro de Davos. En esta ocasión con un guiño, o provocación, según se mire, a los habituales del encuentro. En Promenade, la calle principal que cruza la elitista estación de esquí y que durante el WEF se convierte en un continuo escaparate de países, empresas y sectores en busca de inversores, era donde habitualmente el Gobierno de Moscú abría la Casa Rusia, un café reconvertido durante la semana del WEF en un lugar donde los miembros del Gobierno podían mantener encuentros oficiales, donde celebrar alguna cita con la prensa u ofrecer una copa de vodka o champán a los visitantes. En ese mismo espacio, con la misma tipografía, se levanta en esta edición, que comienza este lunes, la denominada como Casa de los Crímenes de Guerra de Rusia.Seguir leyendo