La gestión empresaria y la gestión política tienen vasos comunicantes fluidos. En un mundo en el que las relaciones se convierten en valor agregado, la experiencia de uno y otro lado del mostrador no solo se retroalimentan, sino que además se convierten en experiencia valiosa para desarrollar una carrera primero en un ámbito y luego en el otro.
Hay casos de éxito en ambos lados. Por un lado, Mauricio Macri. El hoy presidente de la Nación se formó en SOCMA, el grupo empresario de la familia Macri. Su punto más alto en esa carrera fue probablemente en 1994, cuando fue designado presidente de la Sociedad Europea de Vehículos en Latinoamérica (Sevel Argentina), una empresa automotriz en la que el Grupo se encontraba asociada con la Fiat de Italia. Luego llegó la proyección de Boca a la jefatura de Gobierno de la CIudad de Buenos Aires, previo paso por la Cámara de Diputados de la Nación.
Un caso exactamente inverso es el de José Luis Manzano. En los 90, con 27 años, recién llegado de Mendoza, fue el presidente más joven en la historia del bloque Peronista en la Cámara de Diputados. De ahí saltó al ministerio del Interior, desempeñando un rol clave en la gestión política del gobierno de Carlos Menem. Actualmente, Manzano es accionista del grupo América -un multimedio compuesto por más de 50 empresas- y de un grupo de empresas de energía.